DUALISMO EXISTENCIAL Y DESCARADO

domingo, 27 de noviembre de 2011

En busca de refugio para avispas

A veces el espíritu no siente claramente...está adormecido, atolondrado de tanta información, y la percepción que tiene es confusa, como si los sentimientos fueran avispas que están a la construcción de su panal, de su guarida, de algún sitio seguro que les deje permanecer... no migrar y volar cada día de un sitio a otro, de un cuerpo a otro, de un corazón a otro. Pero no es fácil, no se logra esa construcción con facilidad; se debe colectar experiencia para hacer el panal y que no se caiga, no se derrumbe a puñados como si un sismo terrible le quitara de un solo golpetón todas sus bases. Mientras tanto ellas siguen revoloteando por aquí y por allá, moviendo sus alas para generar calor y evitar que el corazón se congele y muera... a veces generan mucho calor, tanto que lo puedes tocar al rozar la piel; y es tan intenso que si abrazas quema. Y algunas veces no es grato abrazar una llama ardiente; algunos prefieren las temperaturas neutras; las que no transmiten calor... quizá eso sea bueno, yo prefiero los canjes de sensaciones, y no me preocupan, al no pre-ocuparme siempre los experimento, los vivo, y algunas veces los recuerdo otras tantas los olvido. No podemos recordarlo todo, no debemos recordarlo todo. De hecho de cada cuerpo poseído solo se suelen recordar máximo tres frases, si fuesen más la memoria se saturaría de expresiones repetidas y seríamos un ábaco de mentiras obscenas.
Lo malo de esas pobres y desesperadas avispas es el ruido que generan, esa efervescencia sónica que resulta tan molesta, tan distractora, tan capaz de enmascarar nuestros propios pensamientos. Tanto así que de vez en cuando ni sientes los sabores de la vida, tienes una idea de cómo sabe, pero no logras concretar ese sabor específico y es por culpa del ruido de las avispas.

Hace algunos años sonaban tan intensamente que llegué a desear que se callaran, que disminuyeran su aleteo para que me permitieran dormir, y lo hicieron; por algunos años tuvieron una guarida segura y cómoda que las acalló; pero esa casa se derrumbó... y ahora están libres y nómadas de nuevo, lo extraño es que ya no suenan tanto como antes; están quietas, mueven las alas claro; si no se morirían de frío, pero lo hacen con mesura, como si no quisieran ser notadas. A veces, solo a veces extraño el ruido enloquecedor que hacen, y he llegado a pensar que me gustaría que algo por ahí las despertara.

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