DUALISMO EXISTENCIAL Y DESCARADO

martes, 2 de agosto de 2011

La necesaria vacuidad del ser

Sin lugar a duda las crisis son una mina cuando de inspiración se trata... hace mucho no escribía, en parte por ocupaciones, en realidad por falta de iniciativa. Ahora que estoy en la crisis de la separación marital, las musas acuden a mí... quizá para espantar el hedor de la tristeza que inhalo por los poros, pero en todo caso, ya que andan cerca, hemos de utilizarlas.
Cuando la cotidianidad nos satura de sus monótonas actividades no queda nada que contar, porque es precisamente una delicada monotonía que nos empuja a la paz hogareña que no deja nada bueno... nada bueno cuando se recuerda y ya no se tiene.

No he de hablar de mis sentimientos, son uno de esos secretos que por oscuros se convierten en tesoros, en misticismo, en silencio. Pero si puedo confesar que mi estado consciente experimenta extrañas y cambiantes sensaciones corporales, que van desde un fascinante deseo de copular hasta la epítome del llanto descontrolado, ambos extremos, como es usual en mí. En fin, que me siento extraña, ajena, curiosa, desconcertada. No imaginé que sería tan entretenido el sufrimiento, pero lo es, una mina de sensaciones de mierda que te corroe las entrañas hasta que te deja vacía, y por vacía, libre. Dueña de una libertad que aun desconozco, que no sé controlar ni predecir, que me hace feliz y temerosa. Ahora que debo hacerme el café para mi sola, y que no tengo que respetar un lado de la cama, mi cuerpo debe acostumbrarse a sensaciones nuevas, a las de la ausencia.
Cuánto debo vaciar en este viaje? y con que quiero llenar este espíritu que en este momento deambula en la incertidumbre de las sensaciones desconocidas. Toda esta experiencia confirma una intuición lejana que siempre he respetado, cuando la soledad te acompaña, los fantasmas que moran en la carne viva que me forma, afloran suavemente y se vuelven una magnífica compañia; la que me recuerda lo que quiero ser y lo que dejé en el camino, la niña, la joven, la mujer, la tonta, la sabia, la zorra, la beata, la madre. Todas advirtiendo a la vez lo que debe hacerse, todas pidiendo que se les cumpla su sueño y su fantasía, todas rogando un poco de atención! y mi maldito cerebro tratando de procesar tanta cosa de manera simultánea, hasta que de repente se detiene, deja de escucharlos, y por fin, se duerme.

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